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9/15/2009

Carlos Sánchez: LA CRISIS DEL AGUA Y LA DESERTIZACIÓN DE LAS IDEAS

Este verano, durante mis vacaciones, tuve la oportunidad de conocer al hidrólogo, afincado en Poblenou del Delta, Rafa Sánchez y al hidrogeólogo Antoni Canicio, los cuales participaron en unas charlas organizadas por varias organizaciones de jóvenes del Delta. Ambos han mantenido conversaciones previas a las negociaciones para acordar los trasvases que se llevarán a cabo con el agua del río Ebro en el marco del Plan Hidrológico. La participación de estos dos técnicos en tales conversaciones las llevaron a cabo en calidad de científicos independientes. Estos dos científicos comentaron que la negociación para acordar los trasvases del Ebro se llevará a cabo entre los presidentes de las autonomías por las que el Ebro pasa. Por lo que tales negociaciones tendrán un perfil político y no serán vinculantes los informes de tipo técnico o científico.

Según nos informaron estos hidrogeólogos, parece ser que las negociaciones previas que han mantenido ya los diferentes presidentes de las autonomías afectadas han situado el trasvase previsto del Ebro en unos 3.000 Hectómetros cúbicos anuales, según estimaciones de estos hidrogeólogos. Este dato debería sorprendernos a todos si recordamos que según el Plan Hidrológico impulsado por el Partido Popular en el año 2000, y que tanta oposición levantó no solo por la plataforma en defensa del Ebro sino por el propio Partido Socialista, situaba el volumen total del trasvase en unos 1.050 hectómetros cúbicos anuales. Es decir, el actual gobierno piensa triplicar el caudal a trasvasar propuesto por el PP durante su mandato.

Ante esta situación, la Plataforma en Defensa del Ebro ha venido solicitando que se cumpla la directiva europea en materia de trasvases hidrográficos que exige, al igual que la Ley de Aguas, que ante cualquier trasvase deba mantenerse el "caudal ecológico" del río. ¿Cuál es el caudal ecológico de un río? Pues aquel capaz de mantener el funcionamiento, composición y estructura del ecosistema fluvial que ese cauce contiene en condiciones naturales. Situación que ya no se cumple actualmente con el funcionamiento que las hidroeléctricas hacen de los embalses de Mequinenza, Riba Roja y Flix. Es decir, cualquier plan hidrológico debe calcular el caudal ecológico (análisis de los regímenes de los caudales históricos + análisis de la variación del hábitat con los caudales circulantes) y luego planificar el destino del caudal sobrante para otros usos. Pues parece que el funcionario interlocutor con la plataforma en Defensa del Ebro ya les dijo que no iban a poder cumplir con la normativa europea.

¿Dónde está el error? ¿Porqué hay esta nula predisposición al cumplimiento de una Normativa que vela por la sostenibilidad de los ecosistemas fluviales? Parece ser que cada una de las autonomías implicadas en las negociaciones ha solicitado un trasvase que cubra sus necesidades actuales más las futuras, todavía por conocer en algunos casos, como es el caso del Canal Segarra-Garrigues, de Cataluña, o el del Canal Xerta-Sènia, en Valencia, y ya en un estado de planificación avanzado, en otros, como es el caso de la reserva de agua solicitada por la Comunidad de Aragón para promover un paraíso del juego al estilo de Las Vegas en el desierto de Los Monegros.

El sin sentido ha llegado hasta el límite de proponer por parte del Gobierno a la comunidad de campesinos que trabaja el Delta del Ebro la construcción de Pólderes al más puro estilo holandés. Es decir, que para frenar la erosión del Delta del Ebro a causa de que el caudal que le quedará no compensará la erosión del mar, se construirán diques artificiales que aislarán el Delta del mar. Para aquellos que conozcáis el Delta seguro que se os hace difícil pensar por donde se elevarán estos diques sin dañar el Parque Natural actual que encontramos en la Punta de la Banya y en la Punta del Fangar, por poner un ejemplo.

En última instancia me parece que al Gobierno le dará igual mientras se consiga que cada comunidad autónoma pueda mantener su parcela de especulación, que en castellano actual significa desarrollo urbanístico (aunque nos cueste creer, todavía es así) a pesar de deshacer un parque natural de una belleza y de una riqueza ecológicas difícilmente superables y de la pérdida del futuro de una zona relativamente pequeña y poco poblada, como son las Terres de l'Ebre. Es como si el río Ebro tuviera el destino último y divino de regar las mentes de nuestros políticos, desiertas de ideas.

Tras el verano, todo va decantándose como se esperaba menos los sedimentos de nuestro querido Ebro y su delta. Las cifras del paro siguen aumentando (ya estamos en el 18% de la población activa), el índice de producción industrial a descendido un 21,5% y el Producto Interior bruto retrocede un 4,2%, según la Instituto Nacional de Estadística, mientras nuestros queridos políticos no hacen otra cosa que tirarse los platos por la cabeza en vez de unirse para consensuar un plan de choque profundo y adaptado a las necesidades. Toda solución parece que debe pasar por más crecimiento a cualquier precio y, en este caso, no sólo recibirán las rentas débiles sino que las altas tendrán que irse preparando a una nueva subida de impuestos, como no puede ser de otra manera. Aunque, si usted se encuentra entre las rentas más altas, tampoco debe preocuparse mucho porque, según parece, podrá seguir especulando a diestro y siniestro y si no, que se lo pregunten a los hombres y a las mujeres de las Terres de l'Ebre.

La naturaleza nos vuelve a hablar y nos recuerda que mientras sigamos tomando decisiones de espalda a nuestro entorno natural y social seguiremos viviendo en una economía de parches que fomente las desigualdades y las injusticias. La insostenibilidad de este plan hidrológico es muy coherente en un sistema político, económico y social que desoye la voz de la madre tierra. Seguimos viviendo y haciendo un mundo insostenible. Recuerdo aquel pensamiento Sioux, más vigente que nunca, que decía: "nosotros no hemos heredado la tierra de nuestros padres, la hemos tomado prestada de nuestros nietos".

Carlos Sánchez